20101225 19:42:00 redazione-IT
Immanuel Wallerstein
Prime Minister Vladimir Putin of Russia visited Germany in the end of November. Before arriving there, he published an op-ed in the German newspaper, Süddeutsche Zeitung, which commented on this interview under the headline, “Putin hugs Europe.”
The contents of the op-ed were quite remarkable. Putin said that the lesson to be drawn from the severest economic crisis of the world economy in eight decades was the need for Russia to work more closely with the European Union. “We propose the creation of a harmonious economic community stretching from Lisbon to Vladivostok.” He said that “in the future, we could even consider a free trade zone or even more advanced forms of integration.” He suggested that such a continental market would be worth trillions of Euros.
Putin suggested that the EU and Russia needed to work closer together in the fields of industry and energy. He said that they should consider “what we can do to enable a new wave of industrialization on the European continent.” He mentioned such fields as shipbuilding, the airplane and automobile industries, environmental technologies, pharmaceuticals, nuclear energy, and logistics. He called for common undertakings by European and Russian entrepreneurs.
In the field of energy supplies, Putin called for “active exchanges.” It was necessary, he said, to work together at “all phases of the technological value creation chain – from the uncovering of demand for energy resources up to the delivery to the consumer.” Thereupon, Russia and the EU can move forward to the elimination of visas which would manifest “not the end but the beginning of a true integration of Russia and the EU.”
When Putin arrived in Germany he got a warm reception from some leading German bankers and industrialists. He spoke to them as his “friends,” and in return the CEO of Siemens said, “We are at home in Russia.” He said that “Russia was a clear example of how the emerging nations are giving an impulse to growth in the world economy.”
Putin continued his “charm offensive” with the German economic elite. He suggested they stood together on currency questions. “We need a new multipolarity in the currency system. We must break the excessive dollar monopoly.” He spoke of the example of the Roman Empire, whose policies led to a 500-year-long economic stagnation. He then gave a strong endorsement to the euro, which he called an important balance to the dollar in the world economy. He suggested the possibility of trade being denominated in rubles and Euros, and not in dollars.
Chancellor Angela Merkel’s response to these proposals was cautious but not negative. Germany’s Foreign Minister, Guido Weterwelle, said that Putin’s proposals show “how close we are in terms of our strategic goals.” The strongest endorsement came from some of Germany’s leading economic managers. Press response in Germany was mixed.
In France, Le Monde noted: “This appeal to economic opening by someone more noted for his nationalist character than his commitment to ideas of free trade is truly innovative. This is all the more the case since the development of industrial cooperation between the two sides has been repeatedly held back for political reasons.”
It should be observed that Putin was not offering a deal to the “West” but rather to “Europe.” It seems a quite specific attempt to encourage a strengthening of ties with Europe at the expense of the United States. While this is not entirely new in terms of Russia’s geopolitical stance, it has up to now not been stated so publicly and so boldly. It should be noted too that Putin has given a strong endorsement to the euro at a time when the euro is in need of some political reinforcement. Note too that Putin is not talking of remaining merely or even principally an energy-exporter to Europe. Putin is talking of a new wave of industrialization in which Russia will participate fully.
This open diplomacy by Putin should probably worry U.S. leaders more than the modest revelations of Wikileaks.
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por Immanuel Wallerstein
El primer ministro Vladimir Putin de Rusia visitó Alemania a finales de noviembre. Antes de llegar, publicó un editorial abierto en el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, que comentó su editorial titulado "Putin abraza Europa".
Los contenidos del editorial son muy notables. Putin dijo que la lección que podía extraerse de la crisis económica más severa de la economía mundial en 80 años era la necesidad de que Rusia trabajara más cercanamente con la Unión Europea. Proponemos la creación de una comunidad económica que vaya de Lisboa a Vladivostok. Dijo que eventualmente en el futuro podríamos considerar una zona de libre comercio y aún más avanzadas formas de integración”. Sugirió que un mercado continental así podría valer billones de euros.
Putin sugirió que la Unión Europea y Rusia necesitaban trabajar más cercanamente en los campos de la industria y la energía. Dijo que consideraría todo aquello que pueda posibilitar una nueva ola de industrialización del continente europeo. Mencionó ámbitos como la construcción de buques, las industrias aeronáutica y automotriz, las tecnologías ambientales, la farmacéutica,
la energía nuclear y la logística. Hizo un llamado a iniciar proyectos conjuntos con empresarios europeos y rusos.
En el campo del abastecimiento de energía, Putin pidió intercambios activos. Es necesario, dijo, trabajar juntos en todas las fases necesarias para crear la cadena de valor tecnológico, del descubrimiento de la demanda de recursos energéticos a la entrega al consumidor. Por tanto Rusia y la Unión Europea podrían avanzar en la eliminación de visas, lo que manifestaría no el fin sino el comienzo de una verdadera integración de Rusia y la Unión Europea.
Cuando Putin arribó a Alemania le dieron un cálido recibimiento varios de los más importantes banqueros e industriales alemanes. Les habló como sus amigos, y en retribución el director ejecutivo de Siemens dijo: En Rusia nos sentimos en casa. Afirmó: Rusia es un claro ejemplo de cómo las naciones emergentes le están dando impulso al crecimiento de la economía mundial.
Putin prosiguió su ofensiva de encanto con la elite económica alemana. Sugirió que se mantuvieran juntos en las cuestiones relacionadas con las divisas. Necesitamos una nueva multipolaridad en el sistema de divisas. Debemos romper el excesivo monopolio del dólar. Puso el ejemplo del imperio romano, cuyas políticas condujeron a 500 años de estancamiento económico. Le dio entonces un fuerte respaldo al euro, del cual dijo que era un importante balance para el dólar en la economía mundial. Sugirió la posibilidad de que el comercio bilateral fuera realizado en rublos y euros, y no con dólares.
La respuesta de la canciller federal Angela Merkel a estas propuestas fue cauta pero no fue negativa. El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Guido Weterwelle, dijo que las propuestas de Putin mostraban lo cercanos que estamos en términos de objetivos estratégicos. El respaldo más fuerte vino de los administradores económicos más importantes de Alemania. La respuesta de la prensa alemana fue mezclada.
En Francia, Le Monde apuntó: Este llamado a la apertura económica por parte de un hombre reputado más por su fibra nacionalista que por sus ideas librecambistas es realmente innovador. Tanto más porque el desarrollo de las cooperaciones industriales entre los dos lados es regularmente frenado por consideraciones políticas.
Debe resaltarse que Putin no le ofreció un acuerdo a Occidente sino más bien a Europa. Parece un intento bastante específico por alentar un fortalecimiento de los lazos con Europa a costa de Estados Unidos. Aunque esto no sea totalmente nuevo en términos de la postura geopolítica de Rusia, no se había expresado públicamente hasta ahora con tal contundencia. También hay que resaltar que Putin le otorga al euro un fuerte respaldo en un momento en que el euro está necesitado de algún reforzamiento político. Apuntemos también que Putin no habla de mantenerse sólo o aun principalmente como exportador de energía para Europa. Putin habla de una nueva ola de industrialización en la cual Rusia participaría a plenitud.
Esta abierta diplomacia de Putin debería probablemente preocupar a los líderes estadunidenses más que las modestas revelaciones de Wikileaks.
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