11201 Un anziano italiano in sciopero a Montevideo: “Voglio tornare in Italia per morire dove sono nato”

20140613 15:49:00 redazione-IT

[b]por ANDRÉS LÓPEZ REILLY (jun 5 2014)[/b]
(da El Pays – Montevideo – Uruguay)

[b]Giovanni Dal Molin[/b] es un trotamundos italiano de 85 años que quiere volver a su ciudad natal a pasar lo que le reste de vida. Con 16 años peleó en la Segunda Guerra Mundial. Ahora le pide al consulado de su país que le consiga un pasaje de avión.

"Hace cuatro años que vengo pidiéndole al consulado que me dé un pasaje para irme, ya que tengo 85 años y quiero pasar mis últimos días en la tierra en la que nací. Pero encontraron todas las excusas que se pueda imaginar para no darme el pasaje. Me dicen que están haciendo todo lo posible para que me vaya, pero hace cuatro años que estoy con esto y no pasa nada", destaca Giovanni.

Hace 10 años llegó a Uruguay, y 6 que vive en los fondos de la parroquia "Nuestra Señora de la Asunción. Madre de los Migrantes", de Luis Alberto de Herrera 2231.

Sus súplicas ante el Consulado Italiano no han tenido una respuesta favorable, pero en los últimos días dos personas que lo han visto en la calle se han interesado por él.

El próximo sábado, a las 16.30, habrá una "movida" por Giovanni que se viene promocionando a través de Facebook, convocando a la colectividad italiana y a todos quienes quieran participar. La concentración se hará frente a la Casa de los Italianos, ubicada en 8 de Octubre 2655. También se abrió una cuenta en Abitab a su nombre, intentando conseguir los fondos que Giovanni precisa para regresar a su tierra.

"Estuve de pie frente al consulado con el cartel ("Italiano, 85 años, quiere regresar a su país"), incluso bajo la lluvia. La última vez, agarré unas colchas, las tiré al suelo y me acosté ahí. Pero llamaron a la Policía, que no tienen ningún derecho de llevarme, en primer lugar porque soy extranjero y en segundo porque no le estoy haciendo mal a nadie", comentó Giovanni a El País.

"Le dije al policía, que fue muy amable conmigo: `Yo soy italiano, tengo pasaporte italiano y estoy frente al consulado de mi país`. Él me respondió que no me iban a detener, pero que su jefe quería saber, de mi boca, por qué estaba durmiendo ahí", añadió.

Giovanni pasa sus días en una humilde vivienda a los fondos de la iglesia. "Aquí vivo de una limosna que me da el consulado: $ 10.000 cada tres meses. Con eso compro lo que puedo. Tengo arroz, tengo pasta, tengo para comer. También tengo cocina, heladera, colchas. Pero he decidido que me quiero ir, porque siento que estoy llegando al final del camino. Uno se da cuenta cuándo está al final del camino", indicó.

[b]La guerra.[/b]
Giovanni aspira a regresar al pueblo Belluno, ubicado en la región del Véneto, que lo vio nacer.

"Cuando llegue me arreglaré. Puedo conseguir dos pensiones: una social y otra por haber peleado en la guerra cuando tenía 16 años, junto con los partisanos, que era un grupo subversivo contra los nazis y los fascistas de Benito Mussolini", comentó.

Este italiano, que ha vivido en varios países y ha sido deportado de México y EE.UU. por ingresar como ilegal, recuerda con asombrosa claridad el final de la Segunda Guerra Mundial (1945), que lo encontró como combatiente siendo menor de edad.

"Un día los alemanes nos agarraron a 15 o 16 de nosotros. Tuvimos que ir a un campo de concentración en Alemania, pero por suerte era el final de la guerra, cuando los aliados habían bombardeado los trenes, los puentes. Ya no había comunicación y nos mantuvieron como 40 días encerrados. Los de las `SS` (la guardia personal del líder nazi Adolf Hitler) se vistieron de soldados comunes y desaparecieron de la noche a la mañana, porque si los agarraban los partisanos, se los comían vivos. Los de las `SS` eran los peores alemanes que había, yo los conocí bien", rememoró.

En prisión, Giovanni vivió cada día con el corazón en la boca. Tal vez el hecho de ser menor de edad fue lo que lo salvó de morir en la horca.

"Lo malo era que nosotros éramos como 7 u 8 menores, todos en una misma celda. Había un tablón para dormir, una colcha para taparnos y el servicio, al lado, a la vista de todo el mundo. En la noche entraban los alemanes, se sentían los pasos de las botas en el piso. Nosotros estábamos en la primera celda y temblábamos cuando sentíamos los pasos. Cuando pasaban, respirábamos. Iban para las celdas de abajo y sacaban 8, 9 o 10 partisanos para colgarlos. Hitler había dispuesto que por cada alemán que encontraran muerto, se iban a matar a 10 partisanos. Muchas veces entraban de noche a buscarnos. Todavía puedo sentir los pasos de los alemanes resonar en mi cabeza", recordó.

Después de la guerra, vivió en México, Panamá y Estados Unidos, donde la suerte estuvo de su lado por un tiempo.

"Me fui ilegalmente con un amigo. Logramos pasar la frontera saltando una valla a 100 metros de los policías, que no nos vieron. Tomamos un autobús para San Diego, con intenciones de ir desde ahí a San Francisco. Pero tenían espías por todos lados, que detectaban a quien no hablaba bien el inglés", recuerda Giovanni al ser entrevistado en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción.

"En el autobús quedamos separados, no había un asiento para que estuviéramos los dos juntos. Yo tomé un periódico que alguien había dejado en un asiento y comencé a ver las imágenes, porque no sabía una palabra de inglés. Justo subió un inspector de migraciones, que probablemente pensó que yo era estadounidense, porque parecía que estaba leyendo un diario en inglés. A mi amigo le pidieron la documentación y él contestó que no hablaba el idioma, por lo que lo terminaron deteniendo. Ahí me salvé. ¡Si será grande Dios!", concluyó.

[b]Vínculos históricos con italia[/b]

En 1884, el censo de habitantes del departamento de Montevideo constató que de 72.781 extranjeros en la capital, 32.829 eran italianos.

En el 89, los extranjeros ya eran 100.739 (46,84% de la población total). Casi la mitad (46.991) provenía de Italia.

En ambas posguerras mundiales se produjeron nuevas oleadas de inmigrantes italianos, de manera tal que hasta el fin del proceso inmigratorio, a mediados de la década de 1950, la presencia de apellidos italianos se volvió casi tan frecuente como la de españoles. Se calcula que 40% de la

población total del Uruguay tiene ancestros italianos.

Las relaciones consulares y económicas entre Uruguay e Italia fueron, en general, muy buenas, aunque en 1942 el gobierno nacional rompió vínculos con la Italia fascista, a consecuencia de la II Guerra Mundial. Las relaciones diplomáticas quedaron restablecidas en 1946.

En la primera década del siglo XXI la emigración de uruguayos con ancestros italianos hacia ese país

fue intensa.

En el mundo del deporte, en particular del fútbol, los apellidos italianos alcanzaron la cumbre en 1950, cuando Uruguay obtuvo el Mundial de Brasil. A Ghiggia y Schiaffino todavía se los recuerda en Italia, ya que también integraron la selección azzurra.

En el campo musical, a través de la ópera hubo gran influencia; en 1856 el teatro Solís se inauguró con una versión de Ernani, de Verdi.

http://www.elpais.com.uy/informacion/abuelo-huelga-quiere-volver-italia.html

 

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